El verano se apaga, las mochilas se llenan de cuadernos nuevos… y las familias vuelven a hacerse la misma pregunta de todos los años: ¿cómo regular el uso de las pantallas en casa?
En España, 7 de cada 10 niños entre 10 y 15 años ya tienen móvil. Y a los 15, prácticamente es un “todo el mundo lo tiene”: el 96% cuenta con uno, según el estudio Móviles en España 2025. No es de extrañar, entonces, que pasen una media de 2 horas y 35 minutos al día frente a la pantalla, cifra que sube a 3 horas los fines de semana y se dispara en verano, de acuerdo con la ONG Educo.
Nada de esto sorprende a las familias, que justo en septiembre intentan poner orden: horarios de estudio, actividades extraescolares… y, claro, también límites al móvil.
Sharenting: ¿subimos esta foto o no?
Las redes sociales abren otro frente de debate. En España, 32 millones de personas se conectan a ellas a diario, y muchas familias comparten parte de su vida allí. Pero, ¿qué pasa con las fotos de los niños?
El fenómeno tiene nombre: sharenting. Más de la mitad de los padres (53%) reconoce que comparte imágenes de sus hijos sin preguntarles antes. Mientras tanto, un 31% de los españoles cree directamente que debería estar prohibido subir fotos de menores, aunque otro 28% lo ve con buenos ojos y hasta dice que le “encanta”.
En cifras (que hablan por sí solas)
- 📱 El 70% de los niños de entre 10 y 15 años ya tiene móvil.
- ⏰ Pasan de media 2h 35min al día usándolo; 3 horas en fines de semana.
- 🤳 El 53% de los padres no pide permiso antes de subir fotos de sus hijos.
- 🚫 El 31% cree que debería prohibirse compartir imágenes de menores.
- 🎒 Un 15% comparte en redes “la vuelta al cole” de sus hijos.
- ❓ Un 12% aún desconoce los riesgos de hacerlo.
Entonces… ¿qué hacemos?
El reto no es prohibir, sino educar. Enseñar a los niños a usar la tecnología con cabeza, y a los adultos a dar ejemplo: desconectar delante de ellos, preguntar antes de publicar y recordar que lo que subimos a internet… ya no se borra tan fácil.
Porque, al final, la vuelta al cole también debería ser una vuelta a lo esencial: menos pantallas, más conversación cara a cara y (por qué no) redescubrir el placer de aburrirse un poco.


