Llega el verano y, con él, las vacaciones, los días largos y las ganas de desconectar. Pero lo que muchas veces olvidamos es que también es una época en la que nuestro cuerpo (y mente) se enfrenta a cambios que pueden pasar factura. Desde más visitas al psicólogo hasta urgencias por quemaduras solares o infecciones ginecológicas, la temporada estival es todo menos inocente.
Verano, esa pausa emocional que puede desatar tormentas internas
Con el parón de la rutina, aparecen esos pensamientos que normalmente aparcamos por falta de tiempo. Crisis existenciales, rupturas, ansiedad, soledad… Todo eso que has barrido debajo de la alfombra durante el año puede explotar bajo el sol. No es casual que las consultas psicológicas aumenten entre un 20% y 30% entre julio y septiembre. ¿El perfil más común? Mujeres entre 35 y 55 años, y también jóvenes con trastornos alimenticios o problemas de salud mental derivados de la desconexión emocional.
Sexo, calor y humedad: la combinación perfecta para las urgencias ginecológicas
Las relaciones sexuales esporádicas aumentan en verano, y junto con el calor y la humedad, elevan las visitas al ginecólogo hasta en un 50%. Las infecciones vulvovaginales como candidiasis, vaginosis bacteriana o ITS como la tricomoniasis están a la orden del día, según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). Cuidado con la playa, las piscinas y el «sexo de verano», que no todo lo que brilla es placer.
Fracturas, esguinces y caídas: el precio de moverse más
Las buenas temperaturas invitan a hacer más deporte, pero también conllevan un riesgo real. Las urgencias traumatológicas suben un 20%, y hasta un 50% en niños y adolescentes. Esguinces, fracturas, accidentes de tráfico y dolores de espalda son algunos de los clásicos del verano. Ojo especialmente con las lesiones medulares por zambullidas mal calculadas… que solo ocurren en esta época del año.
Quemaduras, picaduras y alergias: enemigos silenciosos de tu piel
La exposición al sol, las aguas del mar o piscinas y el contacto con plantas o cosméticos hacen que las urgencias dermatológicas se disparen un 20-30%. Las quemaduras solares y las picaduras de mosquito o medusa son las estrellas de esta sección, pero también se agravan otras patologías como el acné o la rosácea.
Gastroenteritis y alimentos traicioneros
¿Taper en la playa? ¿Cerveza en exceso? ¿Marisco a medias tintas? Las infecciones gastrointestinales no perdonan: gastroenteritis, intoxicaciones alimentarias por salmonella o E. coli, e incluso úlceras por alcohol o antiinflamatorios provocan que las urgencias en este ámbito aumenten un 40%.
Rinoplastias y mar: una relación complicada
El aumento de operaciones estéticas (como la rinoplastia) también tiene sus efectos en verano. Exponerse al sol demasiado pronto puede provocar hiperpigmentación, el uso del aire acondicionado reseca las fosas nasales y el agua salada puede ser irritante. Aunque, ojo, en algunos casos el mar también puede ser un aliado natural para la recuperación.
El dato final: el sistema sanitario, al límite
Durante el verano, las urgencias hospitalarias crecen un 10%, según la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES). A esto se suma la falta de personal sanitario por vacaciones, haciendo que el sistema se sature. Por eso, prevenir vale más que mil curas.
En resumen…
El verano no solo trae sol y helados. También destapa emociones, desafía tu salud y prueba tu resistencia física. Así que sí, disfruta… pero con cabeza (y protector solar).


